sábado, 5 de septiembre de 2009

De las bolsas del Carrefur, la ecología y la informática

Dependienta - En total son 138 €.
Vecino - Lo pago con tarjeta… - abre la cartera - aquí está la tarjeta… y aquí el DNI.
Dependienta - Firme por favor… Gracias y buen día.
Vecino - ¿Me podría dar unas bolsitas para llevar todo esto?
Dependienta -No señor, el director general ha decidido que a partir de hoy debemos propugnar la necesidad de proteger la naturaleza.
Vecino - ¿Perdón?
Dependienta -Que desde hoy somos ecologistas.
Vecino - Si eso me parece muy bien, pero yo sólo quiero llevar mi compra al coche.
Dependienta -Puede adquirir estas otras bolsas ecológicas, salen más caras pero…
Vecino - Es decir, que ustedes se hacen ecologistas y lo tengo que pagar yo.
Dependienta -No, no es eso…
Vecino – Claro que no es eso, se trata de que ustedes no sólo den buena imagen sino que se ahorren miles de euros en bolsitas.
Dependienta – No, no es eso…
Vecino - Bueno, lo que usted diga… ya lo sé para la próxima vez, pero teniendo en cuenta que hoy me han cogido de improviso, y sin avisar ¿Sería tan amable de darme un par de bolsitas?, seguro que en el almacén hay cientos… ¿qué van a hacer con todas ellas?
Dependienta - Lo siento señor son órdenes.
Vecino - Si yo le prometo que las reciclo, vamos a ver, esas bolsas yo las utilizo para la basura, si no me las da usted… ¡da igual!, voy a tener que comprar esas otras grises y las tiraré de igual modo… ¿no le parece?
Dependienta - Estudié derecho y empresariales, no filosofía…
Vecino - Eso me suena… ¿No tendrá un hermano trabajando en las obras de Los Realejos?, lo digo porque la semana pasada fui a comprobar en qué se estaban gastando los dineros del ZP y un obrero…
Dependienta - ¡El siguiente!
Vecino – que tenga usted muy buenos días.

Vecino comienza a introducir su compra en el carro, se da cuenta que no es lo mismo ir metiendo poco a poco y por orden los artículos que todos de golpe y en orden inverso a como los había colocado inicialmente. - ¡Con bolsas es más sencillo!, ahora entiendo porqué cuando bajo archivos con el emule se dividen en pequeños archivos “.part” que hacen las veces de bolsas… ¡es más práctico si agrupamos en pequeños paquetitos que todo junto, o todo separado! – piensa.
En una catarsis consumístico-informática, se imaginó el carro de la compra como la carpeta “temp” y su nevera como “incoming”. Entendía cada vez más como la informática y la vida real podían relacionarse en un metalenguaje que estaba descubriendo… Los archivos “.zip” serían el "Ariel concentrado"; los “.rar” el "Fairy ultra"; cualquier ".tar" indicaba que no sólo era concentrado sino de una marca blanca.
También estaban los antivirus: el “Norton” sería “Pato WC” ya que había que pagarlo, mientras que el “avast home”, que cumplía con la misma misión, sería una de esas muestras gratuitas que a veces se llevaba y cuya misión es incentivarte a adquirir el “avast pro”. Los dependientes “google” o “bing”, dependiendo de lo simpáticos que fueran o cuánto tiempo llevaban en la tienda; los vendedores ambulantes que estaban a la salida “e-bay”; la publicidad, evidentemente “spam”; la antigua práctica del trueque “P2P”; a “Don limpio” le cambio el nombre por “CCleaner”; lógicamente reservamos para "Microsoft" los "Pimientos morrones": todo el mundo los conoce pero nadie los quiere en la ensaladilla; los cibercafés, pues cibercafés, en eso no hay duda...
Cuando comparó el canon digital con ”las alcabalas”, y la SGAE con “la Inquisición”, comprendió que se estaba alejando de la concepción informático-polisémica inicial y era la hora de abandonar el neolenguaje para centrarse en previsualizar los archivos del carro “temp” en el maletero del coche “mail” que le iba a enviar de vuelta a “home”.
Afortunadamente, la clase de química en la facultad era lo sumamente encriptada como para saltársela e ir a “los vicios” a jugar al Tetris sin que influenciara en la nota final. Bueno, sí influenciaba, cuanto menos iba a esa clase más nota sacaba, incluso podía llegar a duplicarla, a fin y al cabo el doble de cero siempre es cero.
De camino al coche sonreía, no porque acabara de convertirse en ecologista de reemplazo, tampoco porque había descubierto una nueva forma cuasi-onírica de relacionar la informática y el Carrefur, sino recordando a todos aquellos que le decían que los videojuegos no servían para nada -
¡Pues bien me ha servido el Tetris para meter todo esto en el maletero! – se decía.
Llegó a Casa, en su coche cargado “mail con archivos adjuntos”, le envió un ”Zumbido” mediante el portero automático “Messenger” a su novia para que le ayudara a hacer un “Download” del “mail” y “Upload” a “home”.
Tardaron poco en distribuir la compra en los diferentes “directorios”, lo más importante era meter en “incoming” algunos productos, no sea que se descongelasen - ¡Y que no me libre yo del neometalenguaje, este!...

Enparo – (novia de vecino) - ¿Qué pasó hoy que vienes sin bolsas?
Vecino – Me he convertido en ecologista involuntario por obra y gracia del director general de Carrefur.
Enparo - ¿Cómo?
Vecino – Que ya no van a dar más bolsas de plástico.
Enparo – Así, de repente y sin avisar.
Vecino - Sí, me sentí como si la caja del supermercado fuese el purgatorio donde expiábamos los pecados ecológicos cometidos durante nuestra vida.
Enparo - ¿eh?

Cuando vecino se dio cuenta de que estaba creando otro nuevo lenguaje consumístico-religioso se dio cuenta que era la hora de ir a dormir. - ¡Dichosas bolsitas!